El Vaticano ataca la especulación financiera y los mercados sin reglas

 

Mario Lettieri y Paolo Raimondi en MSIA Informa

La Congregación para la Doctrina de la Fe del Vaticano acaba de divulgar un documento verdaderamente revolucionario. De hecho, las Consideraciones para un discernimiento ético sobre algunos aspectos del actual sistema económico-financiero (Oaeconomicae et pecuniariae quaestions), constituye un preciso y vigoroso ataque contra la especulación financiera y los mercados sin reglas.

 

Obviamente, la publicación fue autorizada por el papa Francisco en absoluta coherencia con el principio de una Iglesia al servicio de los más débiles.

 

El documento propone la creación de un “orden ético”, un “fundamento indispensable para edificar una digna comunidad humana regulada por leyes basadas en una justicia verdadera”.

 

Por su precisión y profundidad, un lúcido análisis y las propuestas referentes a las finanzas globalizadas superan numerosos estudios elaborados por los más prestigiosos institutos económicos.

 

El texto afirma que, por desgracia, la reciente crisis financiera no originó el desarrollo de una nueva economía más atenta a los principios éticos o una nueva regulación de las actividades financieras, principios tendientes a poder neutralizar sus “aspectos depredadores y especulativos”, en beneficio de la economía real. Tampoco se intentó impulsar el bien común, ni crear y difundir riqueza para eliminar las intolerables desigualdades existentes en el mundo.

 

El antiguo Santo Oficio denuncia el riesgo de marginalización de la mayoría de los habitantes del planeta, cada vez más “excluidos y descartados”.

 

El documento afirma la necesidad de emprender una “reflexión ética sobre algunos aspectos de la intermediación financiera, cuyo funcionamiento, cuando se desvinculó de adecuados fundamentos antropológicos y morales, no solamente produjo evidentes abusos e injusticias, sino también se reveló capaz de crear crisis sistémicas y de alcance mundial”.

 

En consecuencia, la política se tornó impotente ante la supranacionalidad de las grandes redes económicas-financieras, muchas veces quedando esclavizada a los intereses no relacionados al bien común.

 

Desde hace algún tiempo ha habido “una idea vil del financiamiento de la economía, haciendo que la riqueza virtual, concentrándose sobre todo en transacciones caracterizadas por el mero intento especulativo y en negociaciones de alta frecuencia (high frequency trading), atraiga excesivas cantidades de capitales, substrayéndolos de alguna manera de los circuitos virtuosos de la economía real”.

 

Entramos en una economía en la que el trabajo se vuelve un instrumento y el dinero en un fin en sí mismo, en lugar de medio de intercambio. El resultado es una “cultura de desperdicio” sin escrúpulos y amoral, la cual han marginalizado grandes masas de población, y no solamente en el llamado Tercer Mundo.

 

El documento no se limita a meras exhortaciones morales, sino que aborda cuestiones importantes, como la función social del crédito, en oposición a sus aspectos usureros con el potencial de crear riesgos sistémicos, “envenenando” el organismo económico. En particular, ciertos derivados financieros, son ejemplo de bursatilizaciones que, después de varias transacciones, pierden todo contacto con los valores reales subyacentes, aumentando los riesgos involucrados en las transacciones y favorecen el surgimiento de burbujas especulativas. Estas son una especie de bomba de tiempo, principalmente, si se negocian en mercados no regulados, los llamados mercados de ventanilla (over-the-counter), muy semejantes a juegos de azar y fraudes.

 

Igualmente, se anotan los peligros de los llamados credit default swaps (CDS), derivados que permiten apostar al riesgo de la quiebra de una tercera parte: “El mercado de los CDS, en la víspera de la crisis económica de 2007, era tan imponente que representaba más o menos el equivalente del PIB mundial completo.

 

Las propuestas sugeridas por la Congregación son precisas y pertinentes:1) Certificación por las autoridades públicas de todos los productos provenientes de la innovación financiera; 2) Regulación del sistema financiero; 3) Coordinación supranacional entre diferentes arquitecturas de los sistemas financieros locales, para contrarrestar una desregulación vigorosa y la capacidad de eludir a las reglas de cada país; 4) Separación de las actividades bancarias de administración ordinaria del crédito y del ahorro orientadas a las inversiones y negocios financieros;

 

5) Establecimiento de comités de ética en los bancos, vinculados a los consejos de administración; 6) Introducción de una cláusula general declarando ilegítimas las acciones orientadas a eludir las regulaciones en vigor, con la consecuente responsabilidad patrimonial de todas las personas que sean imputables; 7) Medidas específicas contra el “sistema bancario sombra” y las finanzas offshore, que ofrezcan grandes posibilidades de evasión y elusión fiscales.

 

De igual manera, el documento observa que bastaría un impuesto mínimo sobre transacciones en el exterior para resolver una gran parte de los problemas del hambre en el mundo. En lugar de esto, este sistema acabó agravando la deuda pública de las economías menos desarrolladas.

 

La iniciativa del Vaticano es digna de aplauso y, como críticos de larga data de la degeneración causada por las finanzas especulativas, esperamos que sea tomada en cuenta en el ámbito internacional.

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